viernes, 22 de abril de 2011

Pansy Parkinson

Camina. Un pie cuidadosamente colocado delante del otro. La mejor calidad de su ropa. Cabello, perfecto. Ojos fríos, porte ufano y caminar aristocrático. Pansy Parkinson. Slytherin, orgullosamente. En su casa la observan con admiración y respeto, siendo un perfecto ejemplo de la sangre pura que todas desean ser. Hufflepuf la mira con miedo disfrazado de lástima y pena ajena; pero a ella no le importan los inútiles tejones. Ravenclaw la observa y cataloga como una "superficial muñeca de porcelana"; y es cierto, por algo dicen que el azul de esa casa refleja inteligencia (aunque mal aprovechada, claro está). Los Gryffindor… Bueno, es que es obvio que son unos tarados. Ellos la observan como un bicho raro, hija de mortífagos y despiadada serpiente. Pero a ella le da igual: no son más que impuros y traidores a la sangre. No saben lo que una buena bruja sangre limpia debe hacer, mucho menos lo que debe ser. Esa perfecta sincronía entre dulzura y frialdad, aquel idilio alcanzado por sus cálidos ojos de mirada fría. La mejor en ese patético colegio, la chica que todos deseaban y que todas aspiran a ser. Sangre Limpia. Y con vanidad acepta lo que dicen de ella, pues sabe que el odio en realidad son celos, y los insultos son miedos disfrazados de "orgullo Gryffindor". Y todo porque a la sangre sucia Granger le atrae un poco Draco Malfoy. Porque a él siempre le habían llamado Príncipe de Slytherin. Y ella nació para ser princesa. Su princesa.

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